Episode 5
El Seminario, más que un centro de estudios - Rosa Madrigal
"Un poco de levadura
leuda toda la masa" Gál. 5:9, Mat. 13:33
Nunca se apartará de tu
boca este libro, de día y de noche meditarás en él […] Te mando que seas
valiente. No temas ni desmayes, porque YO estaré contigo (Josué 1:8-9).
¡Sí Señor, deseo servirte
y hacerlo con excelencia! Pero, ¿es el tiempo? ¿mi tiempo? ¿Tú tiempo?
Corría el año 1977 cuando
fui aceptada como alumna del Seminario para la promoción 1977-1980. Plena
transición. Un hervidero social, político, institucional y, también espiritual.
Las puertas de las Iglesias se abrieron como nunca antes en España para salir a
las calles y presentar el Evangelio ¡A Jesús! Como expresaba una canción que
solíamos cantar: "Saca da Dios de los templos, llévalo al lugar donde
trabajas, quita a Dios del retablo y grábale dentro de tu corazón”.
Todo tipo de métodos eran
válidos: Campañas, conciertos de música, de forma espontánea en los parques
alrededor de una guitarra. Casa por casa. Inundación masiva de folletos
evangelísticos (todo se leía). Programas infantiles con payasos y marionetas
para niños y adolescentes. Más creatividad y ganas qué medios y saber-hacer.
Yo me convertí al Señor
en el año 1970. Un 25 de mayo durante una semana evangelística, cuyo predicador
era Dn. Carlos Whitten. Lema: Cristo, la única esperanza. Toda una declaración
para nuestras vidas y nuestro país.
Crecí en una pequeña
iglesia, en Jaén, con pocos miembros y recursos. De la UEBE mi Iglesia recibió
apoyo pastoral y económico (MID). Materiales para evangelismo y enseñanza.
Atención para las diferentes organizaciones: Jóvenes, Unión Femenina, Niñas y
Embajadores, etc., por eso cuando, delante del Señor, decidí dar el paso para
formarme no pensé en buscar en ninguna otra institución que no fuese "nuestro
Seminario".
¿Era mi motivación ser
pastora?
Desde luego que iba llena
de ilusión, muchísimas ganas de aprender y empaparme de todo lo que ofrecía el
Seminario. Ya que iba libre de cargas familiares tomaba todas las clases,
incluidas las de las mujeres de los pastores, siempre que no interfirieran en
el horario. Ni que decir tiene qué fue un tiempo de trabajo duro,
enriquecimiento personal, vivencias preciosas con el Señor, compañerismo y
amistades que aún perduran. También tiempo de luchas y "algunas"
lágrimas; comentarios hoy inaceptables y denunciables pero que había que poner
en contexto como: "las mujeres, sumisas. No como algunas
"machorras" que se meten en el terreno de los hombres" (perdón,
pero es literal).
Tiempo de compartir con
el pueblo de Dios en Madrid que me recibieron como mi nueva familia: La Unión
Femenina de Madrid, puntos de misión, entonces, como Alcobendas, Getafe, Pueblo
Nuevo, Unión de Jóvenes de Lacy.... Me permitieron unirme a su trabajo y
proyectos.
Fueron tan generosos que
me emocionan los recuerdos.
Estando en el Seminario y
bajo mis tutoras, Sras. Whitten-Nela, MacNeely-June, y Borras-Esther, a las que
recuerdo con cariño y mucho respeto, descubrí qué áreas y ministerios eran los que
más me atraían y me sentía más útil: Enseñanza, Evangelismo, Jóvenes y
Adolescentes.
Un lujo todos los
profesores que tuve. Quizás por el contexto histórico, las clases con el pastor
Cardona, presidente de FEREDE, eran magistrales. Además de las clases, los
seminarios intensivos, conferencias, retiros de pastores con sus apasionados
debates y reflexiones que siempre acababan con tiempo de oración en los que las
aguas se apaciguaban; fue un período del que me siento privilegiada.
En el 3er año la inquietud
era otra ¿qué viene después? Tenía 23 años y era consciente de mi poco bagaje
personal y vital. También, por supuesto, de mi poca experiencia y conocimiento
como para estar al frente de una iglesia. A la vez, las Iglesias no podían
permitirse sostener otros ministerios que no fuesen el pastoral (y muchas ni
aún eso).
Recuerdo ese año como de
oración intensiva a la vez que sostenida por la promesa del Señor: "Te
haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar" Salmo 32:8.
¡Suficiente para mí!
Marché a Albacete “en un
lugar de la Mancha" del qué pensé que no sobreviviría al primer invierno.
Qué frio. Pero, ¡qué frio! Para trabajar en un parvulario-colegio que la
Iglesia tenía desde hacía años. Querían acometer un proyecto ilusionante, pero
como todo en aquella España, con muchos cambios legales que dificultaban su
continuidad. Desde el principio me sentí en mi Iglesia. Al día de hoy llevo 42
años sirviendo en "casi" todas las áreas y ministerios, pero sin
dedicarme a tiempo completo. iEso también fue una provisión y propósito de
Dios! Él abrió puerta laboral en el mundo empresarial. Un mundo tan alejado y
poco dado a los asuntos de la Fe. Tan transversal, tan peculiar y crudo, el
Señor me mostró que ese era el lugar para servirle, terreno duro y de aparente
poco fruto, (el Señor conoce) y del que nunca me habría imaginado al comenzar
mi andadura. Pero, ahora ya jubilada, cuantas oportunidades, personas de
diferentes estamentos sociales, han escuchado con respeto, el testimonio de
nuestra fe y principios como cristianos evangélicos y bautistas.
Nunca tendré suficientes
palabras de gratitud a nuestra Unión por invertir en mí.
Era consciente de que
sobre mí pesaba parte de responsabilidad para que aquel proyecto se abriera
venciendo algunas reticencias y más mujeres siguieran formándose. A la vez
considero que sería poco justo creer que sólo los que "pueden"
dedicarse al pastorado después de graduarse, están obedeciendo y sirviendo al
Señor.
El Reino, la Iglesia debe
abarcar mucho más. Debe "fermentar" todos los estamentos y rincones
de nuestra sociedad: Un poco de levadura leuda toda la masa, Gál.5:9 y en
nuestro país hay mucho por "leudar".
Me siento honrada y bendecida de estar recorriendo 45 de los 100 años de historia de nuestra UNION.
Cada generación de Su pueblo es conducida por el Señor para hacer la Obra según
el propósito Suyo, por lo tanto, estamos seguros que así será en este tiempo en
medio del agitado marco en que vive nuestro País y el mundo.
Sólo al Señor la Gloria.
Él es fiel.